
“Emociones: Tristeza”
Vamos a empezar con una canción. He creído interesante hacerlo así. La escuchamos y continuamos la lectura. Es una canción de Los Secretos, y se llama “Hoy la vi”:
Para evitar problemas, lo he preparado con dos opciones; la primera es con el icono y el archivo, doble clic. Si no funciona así, más abajo hay un enlace url para reproducir la canción en youtube (una vez acabada la canción, se sale del navegador y se vuelve al documento de texto.
https://www.youtube.com/watch?v=xpTp8yN9Lqo
Las emociones vienen, no podemos controlar que sea así. Esto lo hemos visto y sabemos que ocurre de ése modo, por lo que debemos conocerlas y hablarles de tú. Están con nosotros tanto tiempo que no cabe otra forma de dirigirse a ellas. No es perderle el respeto, sino tratarlas como a nuestros seres queridos y allegados, a los que solemos dirigirnos con cercanía y de manera empática. Nos vamos a encontrar juntos tantas veces, que es mejor saber tanto como se pueda el uno del otro.
De entre ellas, hoy quiero hablar de la tristeza. ¡Dios mío!,¿Para qué sirve la tristeza?, ¿Qué podemos hacer cuando la tenemos?. Evidentemente, cuando llega, llega. Puede además ser el aviso y la antesala de la depresión, un detonante de algo mucho más fuerte. Está claro, amiga, que te tengo que conocer.
En el mundo en que vivimos, afortunadamente, no nos preocupamos habitualmente por tener que resguardarnos de la intemperie, tampoco de evitar ser presa de un predador, y normalmente tampoco de sobrevivir día a día sin saber si vamos a llevarnos algo a la boca o no. Parece obvio, pero a mi modo de ver esto es más importante que la mera apariencia que tiene. En tan sólo 10000 años, nos hemos cambiado tanto a nosotros mismos, que los mecanismos neurofisiológicos que nos dirigen, no han podido sino adaptarse a marchas forzadas. Pero en nuestro cerebro, en su parte más animal y antigua, esos cambios han significado que los peligros y amenazas se perciban desde ámbitos que no son los de la supervivencia.
Los bebés y niños pequeños hasta cierta edad, en muchas ocasiones, después de días agotadores, tienen una rabieta tremenda; están cansados, y necesitan dormir, pero no lo saben, y sufren por ello. Su irritación acaba finalmente con el sueño reparador que les hace falta.
En nuestro caso, ya que estoy hablando de la tristeza, para poder vivir con menos sufrimiento, creo que detectarla es lo que nos va a llevar a poder despedirla con la educación que merece. Creo que los que vamos a trabajar con personas haciendo coaching podemos ayudar mucho a las personas invitándolas a vivir con naturalidad la emoción de la tristeza, y dejando que comparta un viaje con nosotros, ya que entiendo que nos está avisando de algo que está mal a nuestro alrededor, por lo que tiene una utilidad evidente. Pero el viaje tiene que acortarse. Pienso que si somos plenamente conscientes de la emoción que nos va a embargar literalmente, y conocemos que la tenemos por un motivo concreto, lo aceptamos, pero la clave es no regodearse en ello, y si nos hemos acostumbrado a hacer largos viajes en tren con nuestra amiga tristeza, a lo mejor es conveniente plantearse que es más conveniente en adelante hacer viajes más cortos, como los de un tren de cercanías, saberlo, y despedir a nuestra vieja amiga con respeto. Se lo debemos, la madre naturaleza nos ha dado algo y no lo despreciamos, pero como aviso que es, nos está diciendo implícitamente que hay que cambiar el paso.