En muchas ocasiones, percibimos las tareas complejas o arriesgadas por las decisiones a tomar, como “Marrones”. Son esas tareas que nacen en muchas de las ocasiones, de la urgencia o de un contratiempo repentino, y que necesitan de alguien que las resuelva con inmediatez en la mayoría de las ocasiones. Y cuanto más urgentes son, suele ser mayor el tamaño del “Marrón”.
Pero si reflexionamos, ¿Por qué tendemos a verlo como un Marrón y no como una oportunidad?. En muchas de las ocasiones en las que gestionamos estos imprevistos, escuchamos a mas de un compañero decir: “… es que todos los marrones me los dan a mí”, “…siempre que tienen un marrón, me toca a mí”. Si lo transformaran y analizaran, podrían decir: “que suerte de que en un momento de crisis, piensen en mi como solución”, “que fortuna saber que confían en mi para resolver la tarea delicada”. Por tanto, el enfoque que hagamos de ese “marrón”, puede limitarnos o potenciarnos. El que seas una persona elegida, por pequeña que sea la tarea o rutinaria, es algo que en muchas ocasiones, los empleados no apreciamos. Y añadido, terminan por ir minando en ciertos momentos anímicos de un empleado, su moral o motivación. ¿O ninguno de nosotros ha pensado siempre que tiene puesto el casco de “me gustan los marrones”?. Porque siempre, como humanos que somos, nos da pereza salir de la zona de confort que da la rutina del trabajo, para resolver un imprevisto que añadido, puede modificar nuestro mapa mental que aplicamos un día tras otro. Y esto hace que limite nuestro potencial, por la simple razón del enfoque en positico o negativo de la situación.