Ambas se producen tras la introducción en nuestro cerebro de cierta información, sea ésta un hecho o un juicio. La “reacción” se produce de forma instantánea y sin autocontrol y suele estar condicionada por asociaciones de ésta con experiencias pasadas. Por contra, la “respuesta” se ejerce tras un periodo de análisis más o menos elaborado y consciente, el cual se traduce en acciones de origen controlado.
Por ejemplo.
Si alguien tiene un problema y acude a buscar ayuda a su mejor amigo o a un familiar cercano pero éste comunica que no podrá hacerlo, puede tener:
• Una reacción: sintiéndonos agraviados directamente, sin preguntarnos si existen razones por las cuales no puede atender nuestra petición.
• Una respuesta: Analizando la situación, situándose lo más posible como observador, obteniendo así la posición necesaria como para procesar la información desde un punto de vista más imparcial, empleando para ello la capacidad empática, etc., y no quedándose exclusivamente atrapado por la situación y sus circunstancias.