
Creencia limitante: “Para obtener el máximo rendimiento laboral, los trabajadores deben desarrollar su trabajo en la misma oficina y bajo un horario fijo definido por la organización e igual para todos”.
Para que un trabajador desarrolle todo su potencial debe sentirse plenamente realizado, esto es, satisfecho y orgulloso de actuar en consonancia con sus metas u objetivos vitales. De lo contrario, aflorarán conflictos internos que afectarán negativamente a su rendimiento profesional. Al no limitarse estos objetivos vitales al plano profesional, el trabajador necesita disponer de tiempo para abarcar todas las áreas/facetas que para él también tengan relevancia (familia, amigos, ocio, desarrollo personal y espiritual, etc)
En el caso de los trabajos en oficina, el mero hecho de que las personas implicadas trabajen físicamente en el mismo espacio y durante la misma franja horaria no se traduce inexorablemente en una mejor coordinación y en mejores resultados.
El grado de responsabilidad y compromiso de las personas hacia su trabajo depende de múltiples factores y en la mayoría de los casos poco o nada tienen que ver con estas dos variables (espacio físico y franja horaria). Así, el grado de alineación de los valores del trabajador con los valores de la organización, el conseguir que el trabajador se sienta partícipe de los retos y metas definidos, saber transmitirle que su trabajo “suma”, la existencia de un buen clima laboral o la efectiva aplicación de los convenios laborales, pueden ser algunos ejemplos. En última instancia, estos factores dependen de cada trabajador.
Las condiciones y el entorno laboral (espacio físico/horario) óptimas pueden ser diferentes según las características, exigencias vitales, etc…
Alternativas potenciadoras
La flexibilidad horaria permitiría que cada trabajador pudiera compaginar más fácilmente su jornada laboral con aquellas otras actividades y responsabilidades cuya realización le generan satisfacción y le aportan valor en su camino hacia la autorrealización. Este estado anímico se traduciría probablemente en una mayor productividad.
La flexibilidad horaria evitaría en un alto porcentaje el absentismo laboral ya que, como se expuso con anterioridad, se dispondría de tiempo para realizar otras actividades y responsabilidades no relacionadas con el ámbito laboral.
La flexibilidad horaria lleva implícito una medición del rendimiento por cumplimiento de objetivos. Por ello, podríamos concluir que evitaría en gran medida el actual problema del presentismo laboral, esto es, acudir y estar presente en el puesto de trabajo (incluso alargando la jornada laboral oficial) pero dedicando parte de dicha jornada a otras funciones que no son propias del trabajo.