Como autor, divulgador, facilitador de procesos de reflexión individuales y grupales y como investigador estoy dedicando mucho esfuerzo y tiempo a intentar aplicar lo que sabemos de la neurociencia, y lo que cada día descubren los científicos- y es mucho en este campo- a la mejora de los métodos de gestión de las empresas y al pensamiento estratégico.
Nadie discute que en la familia y la empresa familiar las emociones juegan un papel muy importante; no son menos relevantes en otras partes o áreas de nuestra vida , en realidad, forman parte indisoluble de lo que somos pero es cierto que en algunos ámbitos las emociones están más a flor de piel que en otros y esto es lo que ocurre en la familia y en la empresa familiar.
Por otra parte, planteo al lector la siguiente reflexión: nuestro cerebro busca continuamente nuestra propia supervivencia; pero también la buscan la familia y las empresas. Precisamente en mi trabajo con la neurociencia aplicada al pensamiento estratégico, presento la analogía de que el último fin de la estrategia es la búsqueda de la supervivencia de la empresa, y que el último fin de nuestro cerebro es conseguir nuestra propia supervivencia; por lo tanto, continúo, es probable que el estudio del cerebro, de su funcionamiento, nos aporte ideas y prácticas aplicables a la empresa pues no cabe duda de que el cerebro tiene más que probado su éxito en nuestra supervivencia como especie; y sin embargo, la estrategia empresarial, su planteamiento y ejecución, no tienen el mismo historial de éxito pues la vida de las empresas es relativamente corta como prueban muchos estudios que seguramente el lector conoce y así evito reiterarlos.
Uno de los conceptos más importantes que la neurociencia está presentando desde hace relativamente poco tiempo es el del apego. Tan importante es el concepto, que me atrevo a sostener que si tradicionalmente se afirma que los dos grandes nutrientes del cerebro son el oxígeno y la glucosa, el apego es el tercero pero no el de menor importancia.
Nuestras relaciones más tempranas , y esto no es metáfora, construyen las estructuras cerebrales que utilizamos para relacionarnos el resto de nuestra vida. Entre los 12 y 18 meses de edad , estas relaciones codifican los circuitos cerebrales, en nuestra memoria implícita y por lo tanto fuera del ámbito de nuestra consciencia. Se están construyendo las estructuras que utilizaremos para relacionarnos durante toda la vida. Cuando estas experiencias tempranas no han sido óptimas , las pautas inconscientes de apego continuarán conformado las experiencias y respuestas del cerebro ante las experiencias relacionales.
Las relaciones tempranas determinan si nuestro apego será seguro, inseguro, ambiguo o ambivalente ansioso.
Estos estilos llegan a la empresa familiar, en realidad llegan a todo tipo de empresas, con especial intensidad por las razones siguientes: una relación de apego seguro entre un progenitor y un descendiente puede encontrarse con que en el ámbito empresarial alguno o los dos operan con parámetros diferentes de los utilizados en la familia; el descendiente que puede haber experimentado en su familia un apego ambiguo o ambivalente que podría tener explicaciones racionales por la intensidad de la dedicación de uno o los dos progenitores a la tarea empresarial, descubre , todo ello inconscientemente, que la empresa le ha “robado” la dedicación de sus primeros cuidadores. O puede haber tenido en su familia un apego seguro y en la empresa comprueba que el estilo de uno o sus dos progenitores es completamente diferente del que ha vivido en su casa porque a nuestro inconsciente( para el inconsciente todo es presente, no puede situar lo pasado ni diferenciarlo de lo actual) le es casi imposible reconocer que son dos entornos diferentes ; cuando , además, una determinada persona con un estilo de apego concreto se encuentra en la empresa con parientes de hasta tercer o superior grado, con estilos de apego muy diferentes que generan incomprensión y conflicto. Estas circunstancias , elegidas entre muchas otras, generan ansiedad y estrés en los miembros de la familia cuya causa u origen , por haberse generado en pasados a veces lejanos y no conscientes, no pueden identificarse.
Las relaciones de apego también pueden influir decisivamente en el proceso sucesorio y en la elección de las personas destinadas a continuar con la dirección de la empresa. Pueden determinar , de forma inconsciente, la opción por unas u otras personas sin que cuenten mucho las capacidades o habilidades directivas por mucho que nuestro cerebro racional lo intente.
Anteriormente manifestábamos que las relaciones de apego influyen en el resto de nuestra vida. Debemos ahora matizar esa afirmación añadiendo que influyen para siempre a menos que abordemos un proceso de cambio de los circuitos neuronales. Afortunadamente, el cerebro tiene la capacidad biológica innata de generar neuronas nuevas y de crear nuevas conexiones durante toda la vida. Todos podemos crear patrones de activación neuronal nuevos si tenemos experiencias nuevas. Todos podemos activar patrones de activación neuronal que nos permiten relacionarnos de formas más sanas y resilientes. También podemos almacenar en la memoria consciente estas pautas adaptativas haciéndolas más accesibles para formar hábitos relacionales nuevos.
Para lograr todo esto, los investigadores han comprobado que tenemos que construir narrativas coherentes de nuestras vidas. Construir una narrativa integrada de vida permite desarrollar la capacidad de pensamiento, de resiliencia y de vivir una vida más satisfactoria