Empezamos con las herramientas. SEPIF: Sincronía, Escucha, Pregunta, Insight, Feed. O lo que es lo mismo, fundirse con el cliente, aceptarlo tal como es y hacerlo reflexionar, hacer que se tome un café consigo mismo. Si lo logramos, ya hemos dado un primer paso crucial para acompañarle a lograr lo que quiere. Es decir, conseguir que nuestro cliente decida a qué quiere jugar.
Seguimos por los pasos. MAPA: Metas, realidad Actual, Posibles opciones, compromiso de Acción. Se trata de generar un tablero de juego simple pero efectivo, realista pero claro, con una casilla de salida, otra (u otras) de llegada, qué casillas hay por medio, por cuáles podemos avanzar y cuáles debemos evitar.
Y una vez que tenemos el juego y el tablero, hay que jugar. La ficha es el cliente, y los dados son las competencias de coach. Confiar, Aceptar, Comunicar, Alentar, Clarificar, Impulsar, Apoyar Potenciar, Temporalizar. Los dados son los que harán que avancemos, pero la decisión de avanzar en un sentido u otro corresponde al jugador, que es el cliente. Evidentemente si el coach domina sus competencias al jugador le saldrán buenas tiradas y llegará a su objetivo antes o avanzará más lejos en el tablero.
Y esto me da pie a, para terminar, introducir una reflexión sobre la suerte. Yo soy de los que opina que la suerte se entrena. En nuestro caso la suerte serían las habilidades del coach. Si pensamos un poco, al final vemos que en multitud de ocasiones lo que llamamos “suerte” no es más que una serie de condiciones que rodean a una situación dada, y sobre las cuales podemos influir.
Mediante el coaching puedes labrarte tu propia suerte. ¿Suerte? Con leche y azúcar, por favor.