En los últimos tiempos en los que la crisis nos abruma con malas noticias, el enfado es una de las emociones que con mayor frecuencia pueden presentar nuestros clientes.
Esta emoción…
puede reconocerse porque el cliente verbaliza sentimientos negativos. Detecta rechazo por los demás o contra ellos mismos. Existe desánimo, una mayor introspección de la que sería normal y poca energía mental. Sus pensamientos vienen determinados por bucles cíclicos, de los que es muy difícil sacar al sujeto. En ellos focaliza su atención en unos pocos detalles de la realidad, obviando otros que también son importantes. Existen preguntas recurrentes y búsqueda de culpables del resultado del momento actual.
Las reacciones corporales vienen determinadas por esa presencia de la introspección y recogimiento: ojos con mirada baja, recogimiento de las extremidades sobre uno mismo o pegadas al cuerpo, cabeza baja y respiración contenida.
Habitualmente el enfado lleva de manera directa a la inacción, a la apatía. También a la frustración y al pesimismo. Sin embargo debemos estar prevenidos de que esta emoción puede acabar girando hacia la ira, buscando un efecto de desahogo hidráulico.