
Creencia limitante:
“Alcanzar mayor eficiencia operativa en las empresas actuales depende de la incorporación de
metodologías ágiles”
Breve descripción, fundamentación y propuesta de alternativas potenciadoras
En el estado del arte actual, existe una fuerte corriente de opinión que esgrime que para alcanzar altos niveles de eficiencia operativa en las empresas es necesario que integren características ágiles. En base a ello, muchas activan cambios operativos y organizacionales para adaptarse a esos criterios con el objeto de cubrir un abanico de necesidades que pueden ir desde una mejora en el punto de vista estético o de marketing hasta una mejora en la graduación de entrega de valor al cliente.
Muchas empresas por lo tanto, para aumentar su eficiencia operativa, ponen en marcha procesos de transformación con cambios en sus metodologías de trabajo (agilidad operativa) y en sus estructuras (agilidad organizacional) buscando obtener altos niveles de agilidad a partir de la actuación conjunta sobre ambas dimensiones.
Al respecto, en la dimensión operativa las empresas suelen alcanzar un grado de implantación y satisfacción aceptable a partir de incorporar técnicas y metodologías agiles en base a la evolución de su modelo de trabajo desde el esquema tradicional predictivo que involucra la realización secuencial de actividades (modelo en cascada) a un esquema iterativo que permite graduar la incorporación de funcionalidad en los productos, permitiendo su crecimiento de forma evolutiva.
Esta mejora en el nivel de “agilidad técnica” (operativa) que suele alcanzarse en las primeras fases de estos procesos de evolución contrasta con la dificultad para mejorar la agilidad en el ámbito organizacional ya que la misma requiere de cambios culturales y evolución de los mecanismos de gobierno en las empresas. Factores estos que suelen ser determinantes para desestabilizar y en muchos casos paralizar los procesos de evolución.
Con todo ello la creencia de que la incorporación de conceptos ágiles en las empresas tiene directa influencia en la mejora de eficiencia operativa es discutible debido a que las empresas en esencia están formadas por redes de personas que interactúan a través de procesos y por lo tanto la cultura y los mecanismos de gobierno que las dirigen están fuertemente influenciados por dichas personas. En este sentido, llevar adelante un proceso de transformación ágil (técnica y organizacional) amparado en esta creencia coyuntural, sin considerar las características de las personas que en ella trabajan, puede en algunos casos ser limitante conduciendo a obtener el efecto contrario produciéndose una reducción de la eficiencia.
Al respecto, como alternativa para aumentar la eficiencia operativa se propone realizar un análisis detallado de los mercados en los que está presente la empresa, los clientes con los que interactúa, los procesos que gobiernan su actividad y fundamentalmente las personas que la conforman. De este análisis multidimensional, se debiera obtener un plan que incluiría acciones a llevar a cabo en línea con los criterios previamente expuestos para buscar la mejora de eficiencia. La incorporación de patrones y criterios agiles en dicho plan solo podría estar presente y contribuir positivamente a la eficiencia operativa si es coherente con los principios y valores que impulsa la alta dirección y se ajusta a aquellos principios y valores de los que disponen aquellas personas que la conforman.