Me gustaría hablaros de dos creencias que se perpetuán en la empresa de una manera tan sólida, tan estable, que parece que incluso las evidencias más clarificadoras no van a servir, en el corto plazo, para cambiarlas. Estoy seguro de que con la primera todos estaremos de acuerdo, pero quizá surja la polémica (ojalá) con la segunda de las creencias que os voy a plantear.
1. Son más productivos aquellos trabajadores que extienden su jornada laboral más allá de su horario normal. Seguro que todos hemos vivido experiencias en la empresa en las que eran mejor evaluados o mejor considerados aquellos trabajadores que alargaban su jornada habitual. Incluso conocemos empresas en las que está mal visto dejar tu trabajo, no ya antes de tu hora… sino incluso cuando la jornada laboral ha concluido. Pero bueno ¿estamos locos? Vayamos a los hechos: Imaginemos que le preguntamos a alguien en una entrevista de selección: -¿usted acaba sus proyectos en el tiempo establecido o siempre necesita tiempo añadido?- sigamos imaginando que nuestro candidato nos dice que sí… que siempre necesita más tiempo del que marca su jornada laboral para terminar sus proyectos…y que incluso necesita acudir a trabajar los fines de semana. ¿Contrataríamos a esa persona?. Probablemente no, y sin embargo esta es una conducta que ‘agrada’ una vez que has comenzado a trabajar, e incluso se premia de manera significativa.
En un estudio del año 2010 la doctora Kimberly D. Elsbach pudo comprobar que los directivos consideraban más comprometidos a aquellos trabajadores que acudían a la oficina en fin de semana y se quedaban hasta última hora. Si la prolongación de la jornada no es necesaria estamos ante una aberración de lo que se entiende por compromiso, si, por el contrario estas dilaciones de la jornada son necesarias de manera habitual estaremos ante uno de estos dos problemas: o el puesto de trabajo está mal dimensionado o la persona que se encarga de llevarlo a cabo no cumple con el perfil adecuado.
2. Otra creencia, que a lo largo de mi experiencia en RR.HH. he podido experimentar es que: La representación social de los trabajadores (o sea los sindicatos) son enemigos de la empresa. No voy a entrar en política, no voy a entrar en opiniones personales, ni si quiera voy a entrar en la historia de la lucha obrera a lo largo de los siglos. Lo que está claro es que existen en las empresas una serie de trabajadores que son elegidos democráticamente por sus compañeros. Que son votados o no, en elecciones libres, que son los representantes del resto de trabajadores y a los cuales nos empeñamos, sistemáticamente, en obviar como si no existieran. ¿Cuánto tiempo pasamos hablando de clima laboral, de comunicación, de honestidad, de transparencia, de participación de los trabajadores…? ¿Cuánto dinero gastamos en encuestas? Y sin embargo a aquellos que son elegidos cada cuatro años por toda la plantilla (por toda… incluidos ejecutivos y directivos si quisieran votar) son ignorados y despreciados. Que incongruencia ¿no? Sí… ya sé lo que me vais a decir… que con algunos no se puede discutir, que siempre están en contra, que no ven las cosas con perspectiva, que creen siempre tener razón…. En efecto, en algunos casos es verdad, pero ¿cuántos ejecutivos tenemos exactamente así, y sin embargo no cabe la posibilidad de que cambien dentro de cuatro años? Quizá sea fácil marcar al enemigo, identificarlo antes de saber si quiera si es realmente un enemigo o no.