
Durante uno de mis primeros procesos de coaching, en los que se trataba el habitual tema de separar el trabajo de la vida personal, eso que hoy en día llaman elegantemente “conciliación familiar”, sucedió que en la primera sesión, al ir profundizando en los hechos que me exponía la cliente, se quejaba de que una de las cosas que más le molestaba era estar con su familia y que le sonara el móvil y fuese una llamada de trabajo, pero que no se atrevía a ignorar el móvil porque era fundamental para su profesión. Volvía una y otra vez a sus clientes, a lo importantes que eran en su trabajo, a la casi imposibilidad de ignorarlos. Sin embargo, me refería que cuando estaba en el cine o fuera de casa con su familia y le entraba una llamada relacionada con el trabajo, no la atendía, incluso apagaba el móvil (o se le quedaba sin batería) y esto no suponía ningún drama.
Curiosamente, mientras estaba en casa detestaba literalmente que le llamaran por trabajo. Ante la sencilla pregunta de por qué no apagaba el móvil, me respondió que no podía. Le dije que si lo hacía en otros sitios como por ejemplo el cine o un restaurante, por qué no lo hacía también en casa. Volvió a intentar escaparse aludiendo a su trabajo, pero se lo rebatí insistiéndole en el ejemplo del cine.
– Si estás en el cine con el móvil apagado y llama un cliente, no es el fin del mundo; entonces ¿por qué no lo apagas en casa?
– No puedo
– ¿Por qué?
– Por mis clientes
– Pero en el cine apagas el móvil
– Sí, y no pasa nada
– Apágalo en casa
– No puedo ¿Y SI LLAMAN MIS HIJOS?
– Ah, pensé que estábamos hablando de tus clientes…
Silencio. Ojos abiertos. Comprensión. Revelación. INSIGHT.
Solución inmediata: un móvil para la familia y otro para el trabajo. Y mientras está en casa apaga el del trabajo. Algo que nos puede parecer obvio (y lo es), pero que a esta persona le costó ver. OBNOSIS. Hizo falta una sesión de coaching para que pensara, recapacitara, se incomodara, se preguntara cosas aparentemente simples y evidentes pero que no podía o no quería ver. Las siguientes sesiones fueron de afianzamiento, seguimiento del cambio que se había producido gracias al descubrimiento ocurrido en la primera sesión.
No pretendo con esto echarme flores ni desde luego decir que dar con el gran Insight sea fácil, de hecho difícilmente me vuelva a ocurrir, y mucho menos en la primera sesión, pero si veis o simplemente intuís que puede estar ahí, agarradlo y usadlo. Es gratificante para el cliente. Y si lo es para el cliente, también lo es para el coach, pues el éxito del coach es el éxito de su cliente. Ni más, ni menos.